Orden de Calatrava

Creadores de la Orden de Calatrava

Por todos es sabido que los honores de la creación de la todopoderosa Orden de Calatrava se los lleva un abad del cister llamado Raimundo de Fitero. Y bien es cierto que él fue el creador, pero también es muy cierto que este no tenía preparación para poder crear una orden militar y que esto estaba muy por encima de sus posibilidades.

De no haber tenido a su lado a un monje que anteriormente había vestido uniforma llamado Fray Diego de Velázquez esta “empresa” no se hubiese formado, ya que fue este quien arrastro a Raimundo a la creación de la Orden de Calatrava. Una vez convencido el abad, ambos se pusieron a trabajar para dar forma al proyecto, creando así una obra incomprendida por algunos pero hay en día totalmente demostrado e inmortal para nuestra historia patriótica.

Orígenes de Diego de Velázquez

Escudo Orden de Calatrava

Escudo Orden de Calatrava

Según algunas fuentes Fray Diego de Velázquez podría descender de la casa de Ayala, una de las más prestigiosas del reino de Castilla Medieval. No se tiene muy clara la fecha de su nacimiento, pero se deduce por haberse criado en la compañía del futuro Rey Sancho III (nacido en 1130) en la corte de su padre el Rey Alfonso VII. Por esto mismo se deduce también que viniera de una familia noble, ya que vivía en la corte con el príncipe.

Según el historiador Rodrigo Jiménez de Rada, “Fray Diego Velázquez, hombre de la nobleza, en otro tiempo valeroso soldado, había nacido en la Bureba y se había criado en su juventud con el rey don Sancho. Viendo al rey preocupado porque nadie se atrevía a defender Calatrava, persuadió a su abad que pidiese al Rey Calatrava, y aun cuando en un principio el abad se sintió contrariado, al fin condescendió con los deseos del monje, y acudiendo al Rey, le pidió Calatrava”. De esto se deduce que nació en la Bureba —región burgalesa de la comarca de Briviesca— y siendo este joven, antes de hacerse monje, fue caballero.

Importancia de Diego de Velázquez en la Creación de la Orden de Calatrava

La mayoría de los historiadores solo ponen su nombre al lado del de San Raimundo, como si Diego de Velázquez se tratara de un viejo monje que dio la casualidad de acompañar al abad de Fitero a la Corte de Toledo, sin mencionar que de no haber sido por Diego seguramente la milicia calatravense no se hubiese llegado a crear.

El 21 de Agosto de 1157, tras la muerte del Rey Alfonso VII, y la división de su reino en dos (sus dos hijos), los Árabes vieron la debilidad y emprendieron un ataque a uno de los baluartes que les había arrebatado el Rey muerto, Calatrava, en la ribera del Guadiana, un emplazamiento que era muy estratégico, ya que era la llave a los reinos peninsulares.

Los defensores del lugar en ese momento, los caballeros Templarios, ante los rumores del todo poderoso ejército que se aproximaba hacia Calatrava, se apresuraron en devolver la fortaleza al Rey Sancho III. El joven Monarca aún sin experiencia se quedó desconcertado, viendo que en quien más esperanzas había depositado en la defensa de uno de los símbolos (en aquella época) habían fracasado huyendo del lugar.

En unas circunstancias más que críticas, mandó difundir por el reino que entregaría en propiedad el territorio a cualquier noble o rico que se quisiera hacer cargo de la defensa de la ciudad de Calatrava.

Orden de Calatrava

Orden de Calatrava

Rechazo a Calatrava

Por una parte los rumores del gran ejército que los moros estaban preparando, y por otra, la huida que habían protagonizado los todo poderosos caballeros templarios que habían salido victoriosos en cientos de batallas, ayudaron a que los nobles del lugar rechazaran la propuesta del rey, pese a que era una propuesta muy honrosa pero demasiado arriesgada.

Debido a la situación que Sancho III estaba viviendo, Diego de Velázquez decidió ayudarle. Trato de convencer a Raimundo de crear la Orden de Calatrava, pero este era reacio, ya que todo estaría en su contra. No conocía el mundo de la caballería, los musulmanes estaban preparando un gran ejército para conquistar la ciudad de Calatrava, los Templarios habían abandonado el emplazamiento porque no lo veían nada claro… Había muchos puntos en contra y muy pocos a favor, pero Diego de Velázquez no ceso en su idea y terminó convenciendo a Raimundo de Fitero.

*Ante tal hecho, ricos y nobles coincidían en que esto era una epopeya y que no llegaría a buen puerto, incluso riéndose y burlándose de las intenciones que Raimundo de Fitero y Diego de Velázquez tenían.

En ese momento se presentaron en las cortes dos monjes del Císter, Raimundo, abad de Fitero, y fray Diego Velázquez, monje del mismo monasterio. “El tierno afecto que Velázquez profesaba al Rey, y tal qual chispilla que aún conservaba en su pecho del aliento Militar, fueron incentivos que le movieron a pedir a su abad se encargase de la defensa y custodia de la mencionada Plaza. confiado sin duda en que a vista del alto concepto y estimación grande que el Rey hacía de la virtud de Raymundo, sería bien admitida por su Majestad la pretensión”.

Se Crea la Orden de Calatrava

Los monjes se hicieron cargo de tan arriesgada “empresa”, otorgándole el rey por escritura la posesión del territorio de calatrava firmando el 1 de enero de 1158. Así no solo salvando la ciudad de Calatrava sino también repoblando los lugares cercanos a esta y haciendo más fuerte el territorio y creando luego después la famosa Orden Militar de Calatrava. Fray Ángel Manrique, al hablar de los orígenes de la Orden de Calatrava, escribe sobre fray Diego lo siguiente. “Habiendo renunciado a todas las cosas de este mundo se retiró al monasterio de Fitero de la Orden Cisterciense, poniéndose bajo la disciplina de san Raimundo, a quien después convenció que tomara a su cargo la defensa de Calatrava, siendo después verdadero autor ‘Author fuit’ de la milicia que se instituyó con el mismo nombre de la plaza”.

Con la creación de la Orden Tanto Raimundo como Diego comienzan con el reclutamiento de caballeros y consiguen muy pronto reunir una horda de 20.000 caballeros (entre los que se procesaba un gran número de monjes) para la defensa del territorio. Tras esta gesta la imagen se vio reforzada hasta el punto que el asedio que los musulmanes estaban preparando, al ver el ejercito que habían preparado para la defensa de la ciudad deciden desistir y anulan dicho ataque.